Así
como los discípulos que seguían a Jesús, en la época en que Jesús estuvo en la
tierra, vivían esperando el momento en que el Mesías se levantaría y destruiría
el imperio Romano, acabaría con la opresión de tantos años y les conduciría a
vivir de bendición en bendición, en una tierra de descanso y sin problemas, los
cristianos de hoy en día viven un evangelio de prosperidad y de éxito mal
infundado. Jesús vino a liberar no solo a los judíos, vino a liberar a toda la
humanidad, pero no solo del imperio Romano, sino de un imperio mayor, el reino
de las tinieblas.
Debemos entender aquel pasaje en el que Jesús manifestó
“Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En
el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16: 33.
Es
normal que el creyente experimente crisis en determinados momentos y áreas de
sus vidas, la gente vive enfrentando el mundo toda la semana y allí en el campo
de batalla hay cansancio, agotamiento, angustia y temor en los momentos en que
flaquean las fuerzas, a veces sienten ganas de retirarse y huir, allí es donde
Jesús entra y recuerda “Yo
he vencido…” y si Cristo ya venció fue por ti y por mí, dale mi hermano,
esfuérzate que la tribulación produce paciencia y la paciencia prueba, y la
prueba esperanza, al final del día puedes
ver que Dios siempre estuvo ahí para respaldarte.
Deja
de lado el positivismo mental que promueven muchos grupos hoy en día, recuerda
que la fe va mucho más allá de sentir y ver, la fe crece cuando crees que ya
Dios ha hecho lo que le has pedido en el poderoso nombre de Jesús, así no lo
veas, así no lo sientas, pero en tu espíritu sabes que hecho esta.
Toma
hoy la autoridad que Dios te da como hijo y recibe el poder que te da por medio
del Espíritu Santo para vencer todo temor, y si tus fuerzas están a punto de
desfallecer, te digo: “Confía, confía, cierra tus ojos y confía, espera en él,
que él hará”.
Pastor
Iván Bonilla.